HISTORIA DEJUN ARMA 0 581
Recibió al joven en su despacho, y sin dejar de remover Es
papeles, le dijo, después de estrecharle la. mano: |
—¡Hola, F ernandito! ¡Dichosos los ojos que te ven! Ya
sabía que estabas en San Sebastián. Me lo escribió tu tío,
advirtiéndome que cuando viniera por aquí... ¡Adiós! ¡Ya
iba a ponerte al tanto de los encargos reservados de tu
tío! ¡Esta cabeza mía!... ¡Pero bah! ¿Qué importa? Después
de todo, ya puedes suponer, sin. necesidad de que yo te
lo diga, en qué consisten tales encargos: que te dé lo que
necesites y, sobre todo, que vigile si vas por: buen
camino. ¡Mira qué ocurrencia! ¿Por qué camino has de
ir? Por el de los placeres y las diversionés, que es el que
más agrada a la gente moza. Esto es una cosa -muy natu-
tal; pero un cura no puede hacerse cargo de ello.
Expresábase con locuacidad simpática. ]
En lo mejor de su discurso, interrumpióse para de. dS
Cargar un golpe sobre la mesa y exclamar: ASS
— ¡Nada, que no la encuentro! Vo
Luego explicó su enigmática exclamación, añadiendo:
—¿Qué creerás que busco? Pues la nota de los gastos .
que hicimos el verano pasado en una batalla de flores que
aquí se organizó. Parece que para dentro de Unos días va
a Organizarse otra fiesta por el estilo, y la señora marquesa
Quiere saber con exactitud lo que se gastó. el año pasado,
para gastar éste unos cuantos miles de pesetas más. Todo EN
por el gusto de dar envidia a unas cuantas amigas. ¡A es :
- tos señorones que no tienen nada que hacer, se les ocurren '
Unas cosas|... Como si los pobres administradores cobrá-.
tamos para ser esclavos de sus caprichos. Cargados qe
hijos y sin pan para darles de comer quisiera: verlos yo, a
Vers si entonces tenían tiempo para iia en tales ton
terías.
y