CAPITULO XVII
- Argumentos en contra
caiga estaba Late para delia á su tío,
3 y prevenido tenía cuanto había de de-.
cirle, y sin embargo, al verlo, desapareció.
su serenidad, olvidóse de todo lo que te-.
nía pensado y prorrumpió en sollozos.
Di Rafael que todo lo esperaba menos aquello, se
alarmó y se descongertó dis wvez o
- —¿A qué vienen esas lágrimas? —dijo. afectuosamente, ss
estrechando entre las suyas una mano de su sobrina. —
Vamos, no seas niña y serénate. No soy yo de los que
condenan sistemáticamente el llanto; lo considero un des-
- ahogo del corazón y encuentro muy. natural y justo. que á
él se recurra cuando la. intensidad de nuestros 'sentimien-
tos es tal que no hay otra forma adecuada de “expresarlo.
Pero no creo que tú, afortunadamente, estés en el caso
- de llorar por nada. Se llora. cuando. somos víctimas de
grandes o ó de ea dolores... A |