FOLLETIN DE EL MERCANTIL, VALENCIANO S
la niña y que estaba seguro de curarla.
El doctor hizo con tal firmeza y con
tal convicción su ofrecimiento, que el
marqués puso en él toda su confianza.
'Don Marcelino pasó ocho noches junto
a la cama de la enferma. El marqués no
se separó de su lado. En cuanto a miss
Boston, aya de la niña, era una mujer
infatigable que tenía dominado el sueño
de un modo asombroso.
Durante estas noches, y para matar
las horas largas, el marqués preguntó
al médico si sabía jugar al ajedrez.
Don, Marcelino le contestó;
“—Conozco medianamente tres juegos:
el ajedrez, las damas y el tresillo.
Esto fué un recurso para el marqués
y para el doctor, que estrecharon más y,
PAN
dE
más sus relaciones, empezadas con tan
buenos auspicios.
Luisa se restableció, y desde aquel día
el marqués nombró médico de cabecera
de su hija a don Marcelino Tarancón.
En cuanto a Luisa, se hizo también
gran amiga de aquel doctor bondadoso,
que durante la primavera la iba a visi-
tar todos los días y a enterarse de su
salud, y en el invierno, “cuando sus 0cu-
paciones se lo permitían, tomaba a pie
el camino de Madrid por vía de paseo,
sin otro objeto que ver a la joven hija
del marqués de Malfi.
Así pasaron ocho años. Luisa cumplió
los diecisiete, y el doctor don Marcelino
llegó a ser tan buen amigo del marqués
como de su hija, E