454 LA CRUZ DE LA AMARGURA
procure velar por la tranquilidad de mi esposa, que será
contra la que, tal vez, | intenten algo. Respecto a mí, ya
sabe que no soy tan fácil de comer como parece des-
prenderse de lo que dice ese papel.
Aquella noche, en ocasión que iba a dirigirse al -pa-
lacio de Carolina, se presentó Gumersindo, diciéndole:
—Señorito, vengo a escape, para decirle que su amigo
de usted, que, según dijo, se iba a Toledo a un reunión
_ republicana, acaba de ser conducido a la venta entre
dos compañeros que le recogieron herido en el camino.
—¡Qué dice usted!-—exclamó Víctor, alzándose pre-
cipitadamente de su asiento.
—Y me ha encargado que venga a avisarle, porque
el señor Arturo tampoco está en casa.
OM, Sí, vamos al momento. ¿Quién está allí?
Mii hijo A los dos que han acompañado al señor Eu-
genio. da |
Víctor no hizo más que entrar en su 1 habitación, to-
mar el revólver, Ponerse un abrigo y volver a reunirse
con Gumersindo. |
Los dos emprendieron al: camino ke la venta.
Victor había tomado algún dinero, con el propósito
de que su amigo fuese asistido convenientemente.
_—¿Se ha ido a buscar un médico? —preguntó.
y