Full text: Tomo primero (001)

  
  
  
  
  
  
586 LA CRUZ DE LA AMARGURA 
Por último, dijo: 
—Necesito un plazo para contestarte. 
-—¡Un plazo! ¿Ahora sales con ésas? Ho de advertirte 
que no estoy para perder tiempo y quiero saber a qué 
atenerme. Por consiguiente. te doy de plazo hasta ma- 
ñana. Mañana no vengas con advertencias. Si aceptas, 
no hay más que hablar: pones en práctica lo que debes 
hacer; después tendrás el dinero estipulado. Si no acep- 
tas, nuestras relaciones quedarán terminadas, y no te 
extrañe lo que después suceda. 
Y el conde, al pronunciar estas palabras, levantóse de 
su asiento disponiéndose a salir. 
 —Conque hasta mañana, ¿eh?—dijo como para poner 
término a su conversación. | 
—Hasta mañana. ¿Dónde nos veremos? 
; Si quieres, vendré aquí a esta misma hora. 
Pues aquí te espero. 
Ricardo se marchó, y mientras bajaba la escalera iba 
refanfeñando entre dientes: 0 
— Ya estoy cansado de Jas vacilaciones de Jalián, y 
quiero salir pronto de este asunto. Si mañana pone al- 
gún inconveniente en servirme, lo mando a paseo decl- 
didamente, y ya encontraré quién le sustituya. Y que 
ande con mucho cuidado, porque aun no sabe con quién 
tiene que habérselas. | 
Jalián, cuando se quedó solo, sepultó la cabeza entre 
Jas manos y PODA RA, un buen espacio en esta actitud. 
 
	        
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