906 | o dúa CRUZ-DE LA AMARGURA
distancia! de la casita de Manuel, corrió á refugiarse en
Le
ella, diciendo:
—Hasta la cdóla lidad viene á tayorecer mi objeto.
Pepita le: recibió afablemente. eN A
—Vengo á pedir á, usted hospitalidad por algunas á
horas. Me he alejado. demasiado de la casa de mi tío, ES
vengo á refugiarme en esta poética mansión, seguro de
que su amablo dueña me librará del remojón que me
espera. | ABRE |
-—Ha hecho usted dsd caballero; ya tuve el honor de,
decirle que mi casa se hallaba siempre, tanto á disposi-
ción de usted, como á la de su apt eciable familie.
El joven dió las gracias con una inclinación, y conti-.
nuaron hablando por un buen espacio, interesándose Per
Pe por, la salud ES Julia y su pasta
C OMEDZÁTONSE á O1T ale unos truenos, soplaba el dodo
con furia, y la oscuridad que se cernía en el horizonte
era verdaderamente aterradora... is
Pepita, al estallar un trueno formidable, no pudo ocul-
tar su terror: llevóse. las manos á los. oidos y exhaló un
erito de espanto. ] |
—:¡Dios mío! ¡Qué tempestad tan horrorosa! exclamó.
Ba efecto: es imponente el espectáculo con que nos:
obsequia la naturaleza en estos instantes.