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LA CIEGA DEL MANZANARES. 677
¡Parecía mentira!
¿Pero vivía Adela? ¿No había sido víctima de al-
guna desgracia?
Una ciega está mucho más expuesta á un acci-
dente desgraciado que otra cualquier persona.
¿Cómo, si vivía, no pudo encontrar un medio, no
ya de avisar á su hermana, porque esto era muy
difícil, ienorando su paradero, sino de hacer constar
su existencia y su situación ante alguna autoridad?
Si no ella, la persona en cuyo poder estuviera,
porque era indudable que la joven había sido reco-
gida por alguien. :
Tenía razón doña Andrea; la dois era tan
extraña, que rechazaba cualquier comentario que
se hiciese.
Pero ne se podía hacer ninguno que estuviese
exento de peligro para la pobre ciega.
Bien desgraciadas habían sido las dos hermanas.
en su arribo á Madrid.
Siquiera Isabel había encontrado el besa protec-
tor del capitán.
Esto la hacía pensar en él con frecuencia.
Y preciso es decirlo, Isabel se complacía en ello;
experimentaba cierta emoción agradable en hablar
con Luis Rivera, y en po él cuando a
ausente.
Aquello no era sólo agradecimiento por su con-
ducta, y si no enterameute amor, era algo más que
simpatía, | E
Pensando de esta manera, y sin saber por qué,