Full text: Tomo 2 (002)

  
   
  
  
   
   
1170 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
chas que se dicen por ahí, y que llegan á vuestros 
oídos comentadas de mil maneras diferentes. 
Vamos á comer, y os prohibo que sigáis creyen- 
do tonterías. 
Los cuatro pasaron al comedor. 
Los criados comenzaron á servir la: comida, y el 
conde, con objeto de darlas ánimos, comió con un 
apetito devorador; pero claramente se adivinaba 
que todo aquello lo hacía á la fuerza. 
Isabel comía muy despacio, costándola mucho 
trabajo,+pues su inapetencia era grande. 
Con esa penetración de la mujer que desmenuza 
en su cerebro todo lo que oye y la interesa de un 
modo directo, pensando que el conde podría darla 
las noticias que deseaba conocer, le dijo: 
—Puesto que usted nos ha dicho que no haga- 
mos caso de las exageraciones de los periódicos, 
podrá decirnos lo verdaderamente ocurrido. 
El conde miró con asombro á la joven, y la. re- 
puso con marcada indiferencia: 
—Ya lo dije antes. : 
La batalla de Torrejón de Ardoz nos ha sido 
contraria, porque la vanguardia de Seoane se com- 
ponía de traidores. 
- Pero esto no quiere decir que los pronunciados 
hayan triunfado por completo. 
Aún les queda mucho que andar para conseguir 
el Poder. ! | 
- — ¡Dios mío! —murmuró la joven. anegada en 
llanto. E 
   
  
  
Ao 
  
    
	        
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