1170 LA CIEGA DEL MANZANARES.
chas que se dicen por ahí, y que llegan á vuestros
oídos comentadas de mil maneras diferentes.
Vamos á comer, y os prohibo que sigáis creyen-
do tonterías.
Los cuatro pasaron al comedor.
Los criados comenzaron á servir la: comida, y el
conde, con objeto de darlas ánimos, comió con un
apetito devorador; pero claramente se adivinaba
que todo aquello lo hacía á la fuerza.
Isabel comía muy despacio, costándola mucho
trabajo,+pues su inapetencia era grande.
Con esa penetración de la mujer que desmenuza
en su cerebro todo lo que oye y la interesa de un
modo directo, pensando que el conde podría darla
las noticias que deseaba conocer, le dijo:
—Puesto que usted nos ha dicho que no haga-
mos caso de las exageraciones de los periódicos,
podrá decirnos lo verdaderamente ocurrido.
El conde miró con asombro á la joven, y la. re-
puso con marcada indiferencia:
—Ya lo dije antes. :
La batalla de Torrejón de Ardoz nos ha sido
contraria, porque la vanguardia de Seoane se com-
ponía de traidores.
- Pero esto no quiere decir que los pronunciados
hayan triunfado por completo.
Aún les queda mucho que andar para conseguir
el Poder. ! |
- — ¡Dios mío! —murmuró la joven. anegada en
llanto. E
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