Full text: Tomo 2 (002)

  
  
  
  
o 
  
   
29. 
guitarra, entonaba uno de sus más tristes can- 
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. 
-tares. 
Aquella copla estaba impregnada de melancolía, 
- y el semblante de la joven expresaba el dolor más 
profundo. 
Se acordaba de las palabras de la vieja respecto 
de su ceguera; palabras que la habían condenado 
á tiniebla perpetua. 
Aquellos ojos sin luz la daban una expresión 
tristísima, que hacía más interesante la copla que 
. entonaba. 
La condesa se detuvo en uno de los escalones, 
empleando algunos segundos en contemplarla. 
Después exclamó: ! 
—¡Es singular el efecto que me causa esa voz!.. 
me ha conmovido profundamente. ¡Pobre joven! 
—Es sobrina de esa vieja que hay á su lado. 
—¡Parece mentira! ¡Resulta un contraste entre 
ds dos!.. | 
—En aleslo. 
—La ciega, en medio de sus deidad: parece una 
- Señorita, mientras que esa vieja... 
—Ya he hablado antes con ella; me propongo 
. devolverla la vista. 
—¿De veras, doctor?. 
—¡Mucho me engañaría si no lo logr ase! ] 
—Sin saber por qué, tendría una satisfacción en 
el buen resultado. Esa muchacha me interesa. 
—¡Una limosnita por el amor de Dios!-—salmo- e 
dió la Tuerta con ademán he oda ¡ ó 
   
  
  
  
  
  
  
  
  
   
    
	        
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