LA CIEGA DEL MANZANARES. 33%
quidación. Tiene usted tomado por anticipo ciento
noventa reales, ¿no es eso? |
—yJustamente.
—Estamos á veinticuatro; de suerte que veinti-
cuatro por ocho, son ciento noventa y dos reales;
Se le adeudan dos reales que voy á darle...
—Gracias, caballero; se los regalo á usted.
—¡Eso es un insulto! —gritó el comerciante.
- —=Nada de eso—repuso con terrible calma Lo-
'Tenzo,—es el aguinaldo que le doy.
—i¡Salga usted de mi casa, mi...!
No pudo terminar la frase. Lorenzo se arrojó so-
bre él, y asiéndole por la garganta, gritó:
+ ——¡Calla, miserable; calla, bandido, si no quieres
- Morir estrangulado!
Luego soltó su presa, y loco de desesperación y
As ira salió á la calle, mientras su principal per-
Manecía tumbado en su sillón, tal y como el joven
lo dejara, y sin darse cuenta siquiera de lo suce-
dido. | |
Largo tiempo anduvo Lorenzo por las calles de
Madrid como un demente, sin reflexionar siquiera
-€n su situación. Andaba, andaba, sin reparar en
Dada, con la mirada incierta, gesticulanado y ha-
blando á solas. eS ]
-—¡Es un loco! —decían algunos.
--—¡Qué borrachera! —exclamaban otros.
Pero Lorenzo nada oía, y seguía su camino lleno
i de desesperación y de angustia. rel
Empezaba á anochecer: el frío comenzó d Ser ex-
TOMO II. o E A