LA CIEGA DEL MANZANARES. 768
En Sevilla había un borracho célebre, á quien
- lHlamaban el señor Frasquito.
Una noche sus camaradas de siempre, sente ma-
leante y guasona, aprovechándose de uná chispa
monumental, le vistieron un hábito de fraile fran-
ciscano, poniéndole á dormir en medio del arroyo.
Cerca ya del amanecer, le despertó una ronda.
—¿Quién es usted? —le preguntó el alcalde,
mientras los ministriles le ponían en pie. |
Entonces el borracho, al verse con un traje que
- DunCa había usado, tan impropio de sus costumbres.
y profesión, contestó, lleno del más completo es-
tupor:
—Vayan ustedes á la calle de la Siero y pre-
gunten en el número 4 si está allí el señor Frasqui-
to; si les dicen que no está, ese soy yO; pero si es-
tá en casa, que el diablo me ión si sé yo mismo E
quién soy.
La ieñanión de doña Gumersinda, después de cn
tin singular aventura, era idéntica á la del célebre
- señor ie el Sevillano,
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Por último, jeande á fuerza de cansancio, de-
| teniéndose á trechos, y apoyándose en las paredes, a
subió por la calle de San Bernardo, tomó la del. de
Espíritu Santo, y entró en la de la Madera. ib E
Había muchos corrillos en las puertas de las ca-
“Sas, pues ya había corrido la voz de la alarma, in- a
, Pues y ió
fundada ó no, del barrio de Embajadores. 2