Full text: Tomo 2 (002)

  
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LA CIEGA DEL MANZANARES. 
El aguijón de los celos penetró en el pecho de 
Emilia al llegar al pueblo. 
] —¿A qué obedece esta separación tan innecesa- 
ria como inesperada? ¿Es preciso este cambio de 
aires para mi Antonia?—se preguntaba Emilia. 
¡Se amarán!—Pensó la infeliz esposa. 
Pero arrepentida é indignada consigo misma 
por aquella sospecha, exclamó: | 
_—¡Es imposible! Esto senía el colmo de la mal- 
dad. Sería un crimen. Es mi hermana, come mi 
pan, el pan de mi bija... | 
¡Imposible! —repitió con energía; pero allá en 1 el 
fondo de su alma, allí donde sólo su conciencia po- 
día: penetrar, oía una voz terrible ne la decía: 
  
—¡Te engañan miserablemente: se aman. 
Todos los domingos Antonio iba á ver 4 su. es- 
posa, y se mostraba con ella amable y cariñoso, 
Cuando Emilia le hablaba de regresar ó su casa, oa 
Antonio se mostraba contr ariado, y decia: 
- ¿—Aúnm es pronto: esta vida que hacéis convie- 
ne á la niña. Más adelante regresaréis. o 
Y esta respuesta tan sencilla desesperaba á Emi- 
lia, haciendo tomar cuerpo en su mel nte á la idea 
que había concebido, y Ane ' en vano rechaza aba 1 h=> 
dignada. i O E 
- En tanto aproximábase la hora del alambramien- 
to de Juana. dc da 
Día terrible el que se DRA -aba. 
  
 
	        
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