958 LA CIEGA DEL MANZANARES.
el abogado, el cual, al ver á su cliente acompaña-
do, intentó retirarse.
Pero Manuel, que lo había visto llegar, salió á su
encuentro y volvió á poco con él, presentándolo ds
Isabel y á Adela.
Éstas, que iban á retirarse ya, desistieron de su
idea y permanecieron allí presentes escuchando la
descripción de los hechos, que Casimiro hizo á ins-
tancias del abogado, pues éste manifestó la conve-
niencia de enriquecer sus datos con los pormeno-
res que las jóvenes, especialmente Adela, podían
facilitarle.
Hora y media después de haber llegado Anto-
nio, salían del Hospital las dos hermanas, Manuel,
y el defensor de Casimiro.
Al despedirse en la puerta, Adela preguntó 4
Antonio:
—¿Espera usted salvarle? Ags
—No sé, señorita; pero creo que el tribunal no
podrá menos de reconocer su inocencia. Sin enmn-
bargo, no es posible aventurar juicio, porque to-
do depende de las circunstancias.