CAPITULO V.
La sorpresa.
El honrado laos no se detuvo allí muchos
minutos.
En cambio, al oir ela voz dosis vecinas aúshabia-
ban en uno de los aposentos inmediatos, dijo para sí: ]
HO, legado en buen momento: aún no. se han E
acostado.
Y se dirigió ála eN por cid se veía la pl 57
ada decia en. alta voz:
- —Señora Brígida, señora Brígida... Soy YO... No
08 alarmeis,
- —¿Qué es esto?—se oyó debi a una de lados mu |
_jeres con acento de sorpresa y de terror: —¡Dios
mio!.. s Alguien ha entrado en la Casa..