Full text: Tomo III (3)

124 EL TRIBUNAL 
Era sensible y buena la anciana religiosa; pero 
le faltaba el valor para arrostrar ciertos peligros, 
y abrigaba además la errónea creencia de que todo 
lo que el rey dispusiera en uso de su ilimitada. 
autoridad y fandado en su divino derecho, estaba 
bien mandado, era bueno, debia considerarse justo 
y santo, porque emanaba de la voluntad real, y 
por consiguiente, que no haciendo ella más que 
obedecer, no tenia por qué acusarla su conciencia. 
Doña Luz estaba sola, enteramente sola y sin: 
medio alguno de luchar ni defenderse. 
Una advertencia más tenemos que hacer. 
En cuanto á producir un escándalo que diera 
á conocer los criminales abusos del comendador, 
pensaba doña Luz lo mismo que Martin, es decir, 
que no le estaba permitido acusar públicamente á 
su padre para defenderse ella. 
¿Y cómo habia de hacerse lo uno sin hacer 
tambien lo otro? 
Probar doña Luz su existencia, era probar que 
su padre habia mentido, habia engañado al mun- 
do con una falsedad horrible. 
No probar esto, era. reconocer que la infeliz 
habia muerto. «a 
La lucha que esto produjo: en el alma de doña 
Luz fué la más espantosa. 
Como mujer, hubiera hecho el sacrificio de su 
amor en bien de la reputacion de su padre.
	        
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