e 2 PLA: BANDERA ROJA
i —Todavía no,—repuso el príncipe, disparando.
Pero Cesar bizo un rápido movimiento y la bala pasó.
as rozando su sombrero, que cayó al suelo.
y —¡Miserable! —exclamó el joven.—¡La juabicia, a
te. entrega en mis manos! .
Y ya iba á descargar el hacha sobre su enemigo, cuan
do su brazo se vió detenido por una mano que le sujetaba,
- al par que la voz de Carlos le decía:
.. ¿—No, Cesar. Tú no puedes matar á ese hombre. Piensa
en su hija. E €
e —¡Oh! ¡Déjame, déjamo, aunque pierda toda mi ven |
a ura!. :
bra. Carlos seguía. deteniendo su brazo y este espacio, Ñ
empleado en aquella breve lucha, permitió que unos E
cuantos soldados con D. Gaspar á su frente, acudiesen en
- socorro del. virrey, que pudo. montar e caballo ue huir á
ebcápo 0. ES
o —¡Déjame, Carlos! —gritaba Cosar. exasperado. —iDé: ;
- jame, que se escapa! / |
. —Yale encontraremos. Tú no puedes. darle muerte.
El ejército del virrey huía.á la desbandada, y como los.
jiratas vieran que algunos grupos tomaban la IRSA :
e Arica, lanzáronse en su persecución. bie
Es verdad, que también creyerordí que el virrey, acom--
añado de su estado mayor y envuelto por los que huíam,
ba en aquella dirección; pero el príncipe de Esquilache y -
algunos de los suyos consiguieron separarse de los que
habían tomado aquel camino, para regresar á la metró-
011, por si acaso los piratas. Eon un nuevo golpe.
d [mano sobre. Lima. EN pd AO