[LA BANDERA ROJA
Pas
descubierto, sin duda, alguna cala oculta por estas costas,
que no han sabido descubrir ni los marinos que surcan
estos mares, ni todas las pesquisas que la maldad de don
- Gaspar le ha sugerido. Ya comprendereis que esos dos ó
- tres barcos que tienen los Titanes del mar, y con los cua-
les han realizado las presás que hasta ahora han hecho,
_ deben esconderse en alguna parte. Y ya veis que nadie
- sabe dónde están, más. que cuando rc ae de qu.
empresas. |
El -—Desgracia fadxil que ahora el virrey. cogiese á esos
tres caballeros, que valientes y nobles han manchado
todos los cuarteles de su escudo. de
-.—Y no es lo peor que los hayan. manchado, Lorenzo,
sino que á nosotros también ha upSadO algo del cieno en
que están revolcándose. Ed
EN —Comprendo lo que decís, repuso, Lorenzo, —vuestra. ,
hija y. la mia... . - | |
- —No hablemos de eso, porque en ello no quisiera pen- cen
ar. Pero como ven el ejemplo. de D.* María, son inútiles
cuantas exhortaciones les hagamos.
—Víctimas somos vos y yo del juramento que AN
mos á la madre de D.? María. No hemos abandonado á su e
aija, pero ¡quién sabe si perderemos las nuestras! 05d
En aquel momento entró, en la estancia donde habla- LA
ban los dos ancianos, Carmen, diciendo á su padre:
—¿Sabeis lo que acaba. pe: decir Antón ad el algua- Ms
del señor alcalde? $e
—¿Cómo he de saberlo, si no de sd E
—Pues dice, que cuando él venía hacia: al ha visto, ñ
l cruce del camino, al virrey que al frente de un ejér-
ito. númeroso abandonaba la dirección que Nevaba, diri- io Ñ
ndose hacia la derecha. E
A la colonia de los. Titanes, — dijo Vargas.—¡Quiera de
los destruy: de y Mt
no digáis eso, repuso. Carmen, . con acento Ptas
i s que á D. po y que siél.