11
PA
ey)
Ó LOS TITANES DEL MAR ?*
vicio del alcalde, y como no hay comunicación por tierra
más que con Porto-Bello y por el mar es muy raro que
entre buque alguno en aquel puerto, juzgo que vuestro
pensamiento no ha podido ser más acertádo.
—Pues si merece vuestra aprobación, disponeos para
salir mañana en compañía de mi hija, con la cual irán,
para hacerle más agradable su estancia en aquel punto,
la vuestra y Azucena. Avisad á Lorenzo que vaya tam-
bién con vos. |
—Entonces se trata de que yo abandone mi destino,—
dijo Vargas, cada vez más sorprendido.— Por complaceros
hube de dejar mi residencia; días después de la entrada
de aquellos Titanes en Lima. Lorenzo también hubo de
hacer lo mismo y por idéntica causa... | |
. —Y ahora, porque tal es mi voluntad, vais á traslada-
ros donde he dicho, pues no quiero tener espías dentro de
mi mismo palacio.
—¿Y creeis, señor, —repuso Vargas, levantando altiva-
mente la cabeza,—que Lorenzo ó yo descendemos'á tan
ruin oficio? j Da |
—Yo no sé si sois vosotros Ó quien pueda ser, pero el
caso es, y eso nadie mejor que vos lo sabe, que hasta en
mi mismo palacio se introducen mis enemigos, sin que
pueda descubrir quién les facilita la entrada, ni quién se
halla al tanto de cuanto yo pienso. | dd
—No sé qué contestaros á eso. Mas si juzgáis que nues:
tra presencia en Lima es importuna y os perjudica la
“amistad de nuestras hijas con la vuestra, con quien juntas
ss han criado y que por muchas razones, lo mismo Axzu:-
cena que Carmen, han tenido que consagrar su afecto á
vuestra hija, disponed lo que más sea de vuestro agrado,
que todo ello será cumplido. :
—Ya vereis, señor Vargas, —repuso el virrey, suavi-
zando un poco su aspereza anterior, —yo tengo mis proyec-
bos, porque no he de dejar sin castigo la audacia de esos
Titanes del mar y para ello quiero tener completa liber- .
tad de acción. No acierto por qué misteriosos conductos
pusden entenderse alguien de aquí con esa colonia de
Cochamba, donde dicen que tienen su albergue esos hom-
bres. La servidumbre que tengo en mi palacio es comple-
tamente fiel. ¿De quién quereis que desconfíe? ¿De mi hija