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LA VIRGEN BLANCA
Sorprendido quedóse el alcalde Almagro, al ver los.
- huéspedes que llegaban á su residencia y las instruccio-
bes que según Vargas había recibido del virrey, para evi
tar toda clase de comunicación por parte de las tres
. . Lo que es por aquí,—dijo,—no bay peligro alguno
- respectó E : e del mar, de quienes habláis, He
Sido, efectivamente, que andan por el mar algunos barcos
- sospechosos, pero como este puerto es tan ignorado y ca:
rece de importancia, no hemos visto nunca ninguno de
esos buques, Por la parte de tierra menos que menos. Res-
pecto á la gente de este poblado aquí han nacido y de
aquí no salen. Yo tengo trabajando en mi propiedad algu-
nos indios, pero todos ellos son honrados é incapaces de
estar en relaciones con las gentes que decis. De modo que
ya puede estar tranquilo el virrey, que lo que es de aquí
no saldrá aviso alguno que le pueda perjudicar. ..
La escolta que les había acompañado hasta Arica re-
_gresó á Lima, y las tres jóvenes aceptaron de buen grad
-— Paseaban por la hacienda, llegaban hasta el mar
hablaban con los pescadores, siempre con la vigilancia de
Lorenzo ó de Vargas, y durante algunos días nada oc
digno de llamar-la atención. 50
Pero ya fuera por efecto del cambio, ya
to y el temor que María experimentaba, e
aun cuando en el poblado había un pob
tan escasos sus conocimi s, que María f
se, llegando un momento 1e la calen
porciones algo peligrosas feliz médi
ontemplar á la enferma confesó que no sabía «
-.. —Yo sería de opinión, —dijo el alcalde,—que
S a