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LA PRIMERA ETAPA 
| La posición que Cesar había tomado á su cargo asal- 
tar, era precisamente la más dompremetida y en la que 
| os serenidad había que demostrar. 
| Por eso había escogido perfectamente los cien hom- 
bres que debían acompañarle. 
Bernardo, —dijo al joven. —Algunos bolos. de armas 
has presenciado á nuestro lado, alguna herida has reci- 
- bido; pero he de advertirte que en la empresa que vamos 
- á acometer no son heridas lo que nos amenazan, sino la 
muerte, > 
¿Y qué queréis decirme con eso? —preguntó el. Joven 
- mirando fijamente á su protector. | | 
Quiero decirte que no ha de cogerte desprevenido 
todo lo que te suceda; que cuando desembarquemos he. 
dado orden para que las lanchas que nos dejen en tierra 
regresen á bordo, ¿comprendes? | 
- —Lo cual quiere decir que no tenemos bles recurso 
_que hacernos dueños del fuerte Ó morir AQUGa a dal vels 
si lo comprendo. : ! 
--—De modo que estás die | a | 
-— —¿Nolo estáis vos? No hemos de hablar más sobre el. 
particular. Cuando allí lleguemos sólo tenéis que decir: 
«Eso has de hacer», y podéis tener por seguro que si no 
o hago, no os quedará, más recurso que TeCoger. mi 
adaver. Ao 
Ustá bién dijo Cesar estrachando" la mano del jo: ] 
.—Me place escucharte así. | 8 
—Si me he educado en vuestra escuela, ¿ereeis, acaso, 
ra renegar de ella? E 
sición que vamos á tomar ofrece grandes. di- 
. El ria está Peredo sobre un trozo $e más