Full text: La toma de Porto Bello (007)

  
Ó LOS TITANES DEL MAR 
—Pero si para entrar en la plaza hemos de mostrar 
quién somos, desde el principio,—dijo Martín,—ya habrá 
tenido tiempo el gobernador de ocultarlas en algún otro 
sitio donde no las podáis encontrar. i OS 
.—Ya le obligaremos á que nos lo diga, —repuso Carlos. 
—Bien,—dijo Cesar cortando aquella conversaeión.— 
Cuando lleguemos á Porto Bello ya veremos lo que se ha 
de hacer. Lo primero es llegar. EE | Ñ 
— Y llegaremos, —dijo Miguel con reselución.—¿Acaso 
lodudashie at. | O . 8 
—Después de lo que acaba de, decir D. Martín, dudo 
ya de todo. Presumía de tener perspicacia, de adivinarlo 
todo y, sin embargo, ya lo veis, nuestro amigo ha hecho 
una observación que á mí se me ha eseapado y que com- - 
_ prendo toda la importancia que tiene. ¿Para qué cerrar 
las escotillas si no iba en el barco nadie, ni llevaba mer- 
a] ¿ 
cancías que fuera necesario ocultar? Ya veis lo que ha ' 
servido toda esa penetración de que yo blasonaba. 
—(Quizás fuera obra de la casualidad; puede también 
que yo me equivocara y ereyese que estaban cerradas y 
. nO fuera: asi,—dijo Martin. Y sica a a do an > 
- Ñ—No, no, amigo mio,—dijo Cesar sonriendo.—Un ojo 
experimentado como el vuestro no se engaña con facili. 
dad. Tenéis mucha razón. Vargas no hubiese abandonado 
 á las jóvenes que tenía bajo su custodia. OO E 
Con esta impresión llegaron los tres amigos á Arica, 
- é inútil es decir la alegría que debían de experimentar al 
AS adelantados que estaban los trabajos para la expe- 
- Dos días después, según pudieron apreciar, podían 
embarcar la gente y emprender el camino. E 
  
 
	        
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