e LA BANDERA ROJA
llosamente el portugués, mirando con altanería al joven.
Pero éste, sin desconcertarse, le dijo con la mayor
calma: a 4
—Pues me parece que los árboles del bosque no se
adornarán con esos racimos que pretendéis darle. a
—¿Por qué decís eso, mancebo? Vos ignoráis, sin duda,
que yO... : : |
-—Vos,—dijo Bernardo,—no haréis más ni menos que
lo que haríamos cualquiera de nosotros si los pudiéramos
GOger. | oa
—¿Por qué no los cogéis? pe iO: A
- —¿Por qué no los cogéis vos, que más cerca los tenéis
- que nosotros? E A A o
- —Obligación es de los que tienen á su cargo la admi-
nistración de la colonia. ! apa AOS |
A —Obligación es de todos, los que se precian de honra.
- dos y valientes, de exterminar á los bribones donde quioe-
TOR Que SAD A, e re |
cl La discusión había tomado proporciones, tal vez, des-
RNA eo: á no intervenir Gurrea consiguiendo cam-
E. MAXKIA:.... E APO TA de de A :
ESE
- OTRA TENTATIVA
Cuando Cesar se enteró de lo que había pasado, supuso
a. ce tal vez los que habían intentado aquel secuestro de
- Dolores, podrían pertenecer á la misma partida de la
que formaba parte ó era jefe, el secretario del virrey,
según pudieron suponer por lo que el colono, á quien
-_interrogaron, había dicho. rd lA
e . .
En su consecuencia, inmediatamente. dispuso una
batida por todo el bosque, que dió comienzo el siguiente.
día, pero que no dió resultado alguno. Loi Bs LA ds.