Ó LOS TITANES DBL MAR 13
—Acabad de una vez, —dijo impaciente Gaspar.
- —En vez de esa dama, tomadme á mí. Yo seré un buen
trofeo para vos, como podeis comprender, y os honrará,
mientras que D.?2 Juana sería lo contrario. ¿Aceptais?
—Acepto,—repuso Gaspar vivamente. AS
Sancho acababa de sacrificarse por salvar á Juana.
- El valiente capitán á quien con la brega se le había
«abierto la herida de recibiera anteriormente, y que com-
prendió que no podría sostenerse mucho, al ver que Juana
estaba en poder del secretario, para salvarla no encontró
más recurso que entregarse por ella. | |
- Contaba con que, efectivamente, el secretario quería
ufanarse alardeando de haber oa famoso capi-
tán Sancho Ramírez, y que le llevarían á Lima y tal vez
encontrara algún medio de escapar; pero el infame secre-
tario pensaba de distinto modo. de
—Acepto,—volvió á decir.—Entre
gad la espada.
- Sancho la tiró á los pies del secretario. ES
—¡Fuego!—gritó éste á los soldados que tenía más -
Cerca. RN A DO dE
Y el capitán cayó en tierra moríbundo, exclamando: .
—¡Maldito seas! ¡Asesino! |
e infamia del secretario fué de tal n a turaleza, que
hasta á sus mismos soldados les inspiró repugnancia.
ducirla á otro aposento, un grupo de indios, á cuyo frente
- pacio puso en vergonzosa fuga al secretario y á los suyos.
-—— Todavía no había muerto el capitán Sancho Ramírez
- y pudo decir lo que había pasado. | a
.. .
—Juro,—dijo Juana extendiendo su mano sobre el
cuerpo del valiente capitán,—que yo te vengaré, noble
Más tarde, Juana marchó también á las reservas de
- Jos indios donde estaban refugiados todos sus amigos.