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Ó Lós TITANES DEL MAR Le
pre Así fué, que sin causar extrañeza á la joven, se
presentó aquel día á primera hora de la mañpana un tra-
. bajador, diciéndola:
_—Señora, vengo desde Cochamba, donde estoy Pi
jando, para “decirla que D, Miguel ha dado una caída y
se ha hecho bastante $uñ0. -
1. Y Partio á escape...
Qué decis, E hope rie iva J va a
a. —¿Está herido?... ¿Es de gravedad su herida? ¿Ha : ido:
algún médico? | de
Todas estas preguntas, hechas de repento y que derma pe
—traban muy bien la impresión que la joven recibiera, fu. p
ron contestadas por e' trabajador, diciendo: aa
- —Yo no sé, señora, la gravedad de las herid B), pero
an Miguel no puedo moverso. ON de mis bea, Deros