12
bebida. Es el peor vicio que se puede te-
her, y ya verá usted cómo le cuesta. caro
en este, mundo y.en el otro.
. El bravo Miggs no pareció muy impre-
sionado por esta admonición.
.—— Cierto es —añadió el negociante cam-
biando de tovo—que los marineros son
marineros, y que una vida tan ruda pide
algunas expansiones. Lio comprendo y no
quiero imponer á los demás la misma aus-
teridad que regula mi propia conducta.
— Muy bien dicho. Es usted un
hombre. A YE
—Por lo demás, he quedado muy satis-
fecho del cargamento y deseo que tenga
usted igual fortuna en el próximo viaje.
—Ya puede usted decirlo; como que un
cargamento como ese no hay quien lo trai-
ga hoy... Y á propósito, mi-amío, ¿no ten»
dría usted por ahí.alguna cosa que beber?...
- No siendo agua, por supuesto. ES
Girdlestone se levantó y sacó de un es-
tante. una botella de: rom y un vaso que
dejó al alcance del marinero. ' .
.— Superior — dijo éste 'chasqueando go-
losamente la lengua después del primeroy
copiosísimo trago, :
En seguida, -bajaúdo la voz y adoptando
un tono de maliciosa confianza; añadió:
_—Vamos á ver, señor, aquí para éntre
los dos. ¿A que no creía que el «Aguila» vol-
vía de este viaje? dae
* .—— Hombre, tanto como esOri
—Ni más, ni menos. Un cascarón: de
nuez semejante... Y con un condenado
_ temporal. que nos cogió al principio, que
DO es para contado: Había usted de haber
“visto qué manera de haceragua. Dos días
enteros estuvimos agarrados á las bombas
dale que le das... Le aseguro á usted que
no creí volver á verme en Londres. '
- _,— ¡Bah! No hay que exagerar tanto: To-
davía puede el «Aguilan' emprender otro
A A A O E
—Como, emprenderlo, sí; pero yo le asé-
guro á usted que no vuelve. 000”
—Vamos, vamos, Miggs; esta mañana
no: parece usted el: mismo... Déjeme lle-
narle el vaso otra vez....Pues sí, un lobón
de mar, como usted, no' repara en peligros
ilusoriós cuando se presenta: una” buena
- ganancia... ¿O esque quiere usted perder:
su buen nombre de valiente? --+.00
_—Es que .nsted no sabe como-estáel di-:
| choso barquito.:; Antes de pensar en eóhar-
y]
EL MILLÓN DE >
beatigosí!, Y cid
LA' HEREDERA
se á la mar con él hay que repararlo de
arriba abajo.
-—AÁ ver, ¿qué reparaciones necesita?
—Meterlo en dique y darle un recorrid
—Ab, ¿sí? Muy bien—repuso con frial-.
dad el negociante.—Si usted insiste e
ello, se hará. Pero no hay que decir qu
el sueldo de usted bajará bastante.
ma do Ar
—Natural mente. Usted tiene ahora
quince libras al mes y el 'cinco' por ciente
de comisión; pero esas son condiciones ex»
cepcionales, en consideración al' riesgo qu
pueda correr. Si usted quiere que 'él 'bar
se le ponga nuevo para 'viájar cómo u
sd 4
Obispo, ganará usted “diez libras al mes
la mitad de la comisión que ahora tiéne:
—¡Eh!... Poco á poco, patrón, poco' $
poco—exclamó el capitán levantándose y
avanzando un paso en actitud iracunda,—
Usted se tentará la ropa antes de hac
eso; yo tengo los colmillos muy retorcidos.
De mí no se abusa. A
- —Usted está borracho y no sabe lo que
se dice. | | i ias
—Lo sé muy bien. Yo estoy trabajando
para usted y jugándome el pellejo para
usted, y no consiento que se me dé esé:
pago... Suponga que me da la gana de sa-.
lir contando ciertas historias. Ya veríamos
adónde iba á parar la firma Girdlestone
_—¡Cómo! ¿Se atreve usted á amena
zara? 0 nar EEE 0
- —Póngame usted en el disparadero; y.
verá usted si lo hago 'como lo digo.
Girdlestone, sin' responder, 'oprimió el'
botón de un timbre. . -* :
- —Gilray —dijo cón' la más absoluta cal
ma al ver aparecer al dependiente mayor
—Vaya usted en seguida y avise á un «po-
demarñenir yl cepa <DIOA. CAE
El capitán Hamilton'se inmutó visible-
mente ante 'aquella inesperada resolución -
de su antagoniáta >
- —¿Qué vá usted á hacer? —preguntó con
DOuitaas IA A AOS
—Entregarle á la policía. + y'
o —¿A mí?:... ¿por'qué?* a dc bd ,
«—Por insultarnie en'mi' propia 'casa' y
exigirme dinéro con 4hmenazas de acust:
ciones calurihiósag:*"! AD 0 Seat
¿Y eso'qaién lo priieBa? Como no há
al
0%
AN
1481109 hay “exclamó Ezra aparediéhdo