A, CONAN-DOYLE-
bien... Quedamos en que
- Rusia, ¿no-es-eso?
— Justamente. :
-Al Hegar allá me voy derecho: á una
- comarca en donde hay unos montes...
- + —ILos Montes Urales.
. —Bien... Después de eso tengo que ha-
-cer-la comedia de que he descubierto una
- mina de diamantes, y para hacerlo creer
yo: tengo que ir
enseñaré algunos que llevaré á preven-
ción... ¿Voy bien?” )
- ——Admirablemente.
—En seguida tengo que acudir á los pe-
riódicos y hacer insertar en la -prensa to-
das esas mentiras. A,
- ———Hombre, ¿mentiras?... Parece una pa-
labra algo fuerte... Digamos «información»
Si usted quiere. Una información ya se
- sabe que puede resultar verdadera ó in-
exacta. ; : E io
- ——No tengo inconveniente. El caso es
que esa información producirá una baja
- considerable en el precio de los diamantes,
-ᣠfavor de la cual usted y su padre se em-
bolsarán una barbaridad de miles á costa
del prójimo... |
—¡Qué cosas
- presión sea demasiado cruda, la idea es
- bastante aproximada á la realidad.
tiene usted, mayor!... Pero
en fin, no riñamos por eso. Aunque la ex-.
—Es acertada la idea, ¿verdad? Pues
- Girdlestone—exclamó el mayor levantán-
dose bruscamente y cambiando de tono: —
la de cogerle á usted y tirarle por esa ven-
tana, para hacer un favor á la sociedad.
- Al oir esto, Ezra se quedó estupefacto y
como privado de movimiento.
- Después se levantó de un salto y avan-
zó hacia el mayor con el rostro contraído
de rabia y los ojos resplandeciendo sinies-
A a y
Por muy grande que fuera la arrogancia
del mayor, no dejó de comprender que se
hallaba en una situación peligrosa. Así,
Pues, se dispuso á terminar rápidamente
Aquella escena, aunque procurando ocultar
Su alarma con un nuevo desplante..
No quiero envilecerme más cruzando
mi palabra, con usted. Sepa de una vez
Jara siempre queno somos todos unos y
procure que no vuelva yo á encontrarle en
e alguna, porque entonces nose librará
de llevar su merecido. «+
Y dirigiéndole una. última mirada de:
Y
wr
a : deció.
todavía tengo otra mucho mejor, señor
2
amenaza y de desprecio, se inclinó para”
coger el sombrero. bici.
Esta era la: ocasión que acechaba Ezra
para lanzarse de un salto sobre el coman-
dante. E
Pero éste se hallaba prevenidó. Con un
rápido paso de costado esquivó la acome-
tida, al mismo tiempo que introducía la
mano derecha en el bolsillo, Casi al mismo
tiempo se dejó oir un ligero chasquido que
bastó, sin embargo, para imponer respeto
al agresor. a pay |
-—¡Un revólver! —gritó éste retroce-
diendo. E
—No se asuste usted —repuso Clutter-
buck triunfante.——No es más que un ju-
guete que acostumbro á llevar preparado
para dar bromas á los amigos. No puede-
usted figurarse lo divertido que resulta.
Y mientras decía esto enfilaba á Ezra
con el cañón de una pistola, dispuesto
á romperle el cráneo al menor movi-
miento. : k
El joven, á pesar de su valor y de la có-
lera que sentía, se encontró dominado.
—Ahora—continuó el mayor con tono
zumbón—vamos á ver si es usted un chico
bien mandado. Vaya usted hasta esa puer-
ta... Bien... Abrala usted.
Girdlestone, rechinando los dientes, obe
—Perfectamente. Ahora va usted á salir
delante de mí... Y ya sabe usted, muy for-
mal, muy caJladito y más derecho que un.
recluta. Una palabra ó un movimiento que
se salga de estas instrucciones, y hago fun- .
cionar mi juguete. No sería usted el pri.
mero, ni probablemente el último á quien .
yo haya extendido el pasaporte. Conque des)
¡oído-4 la voz! —continuó con voz de mar o
do militar.—¡De frente! mal
«Los parroquianos del café Nelson con- y
templaron con curiosidad el extraño des-
file de aquellos dos hombres graves y silen-
_ciosos que, conservando siempre la misma
distancia, atravesaban el salón sin volver
la cabeza á ningún lado; pero nadie adivi-
nó que el uno acariciaba en su bolsillo la.
culata de una pistola y que el otro estaba
amenazado de una sentencia de muerte al
menor movimiento de dudosa interpreta-
AN ¿mad
-—Enla puerta del establecimiento había:
un coche desalquilado. El mayor subió á
él sin perder de vista á Ezra que, sin atre-