Full text: El millón de la heredera

A. CONAN-DOYLE ] | 938 
El mayor, fresco y coloradote, parecía 
haber pasado apenas de los cuarenta á 
pesar de su corpulencia, que ya era casi 
obesidad. Tomás Dimsdale, aunque muy 
pálido, reflejaba en su semblante una di- 
cha profunda. 
Hubo un gran movimiento de expecta- 
ción cuando las dos novias se adelantaron 
hacia el altar. | 
Mistress Scully estaba tan fresca y en- 
-cantadora como cuando, quince años an- 
bes, había contraído sus primeras nupcias. 
"Vestía un traje gris con sombrero del mis- 
mo color y llevaba en la mano un hermo- 
so «bouquet», de las flores más raras de 
Covent Garden. Detrás de ella apareció 
Kate, verdadera visión de ensueño, en- 
vuelta en, su diáfano velo de desposada, 
bajo el cual se dibujaban las líneas armo- 
niosas de un cuerpo gentil. Con los ojos 
bajos y una ligera tinta sonrosada ani- 
mando la palidez de sus mejillas, la joven, 
deslizándose con paso de hada, fué á ocu- 
par su puesto en el altar. 
Después de la ceremonia, á los acordes 
de la marcha nupcial de Mendelssohn, 
bajó el mayor, radiante de orgullo, con la 
linda ex viuúa tiernamente apoyada en su 
brazo; y detrás Tomás Dimsdale opri- 
miendo contra su corazón la mano de 
Kate y no viendo más que á ella en el 
mundo. 
Desde su vuelta á Londres, Tomás, que 
moralmente se creía comprometido en los 
asuntos mercantiles de la casa Girdlesto- 
ne, se ocupó activamenta de poner en cla- 
ro las cuentas. Contra lo que se esperaba, 
se vió que, gracias á la liquidación. del úl- 
timo trimestre, que fué verdaderamente 
excepcional, podía hacerse frente á las 
deudas, como se hizo, y bajo la dirección 
de Dimsdale, ponerlas de nuevo á flote. 
Tomás dedicó á ella todo su dinero y 
toda su energía y tomó como asociado al 
viejo Gilray, medida excelente que fué 
provechosa para los dos. La casa Dimsda- 
le y Gilray es actualmente de las más im- 
portantes y acreditadas de Inglaterra. 
Mac Pherson, cuyo bote se salvó provi- 
dencialmente, vino á ser el capitán de bar- 
co más apreciado de la casa Dimsdale y 
Gilray. 
En cuanto á Ezra Girdlestone, jamás 
se supo lo que fuera de él. 
A no ser que fuera en realidad el mismo 
hombre desgraciado y prematuramente 
envejecido que un viajante de la casa 
Dimsdale halló en San Francisco de Ca- 
lifornia y que murió en una riña de bo- 
rrachos. Las señas dadas por el viajante, 
coincidían, en efecto, con las de Ezra, pero 
no ha llegado á saberse nada cierto sobre 
este punto. 
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