Full text: La Torre de Nesle

  
Aquella mañana el rey Luis se hizo 
“vestir como para una cacería de jabalíes. 
,  Habíanse dejado ver algunos de ellos 
en el bosque que cubría las laderas de 
- Norte de París, por ontmoreñey Y más 
allá, hasta Noyon. 
El rey había, pues, resuelto ir a cazar 
«jabalíes, que era su caza favorita. 
La reina se divertía mucho en estas 
batidas, en las que el hombre atacaba a, 
la fiera con el venablo, y a veces corría 
verdadero peligro. 
Era una cacería de emociones. A Mar- 
garita le agradaban esas emociones, y 
cuando por casualidad no había ningún 
 tenta. 
El rey, pues, con su coleto de ante, sus 
botas de cuero fuerte que le llegaban has- 
ta los muslos, y sus guantes de piel de 
- gamo hasta el codo, encaminóse a las ha- 
“bitaciones de la reina, gozando de ante- 
mano con la alegría que sentiría Marga- 
- Tita al asistir a la batida. Cruzó las largas 
galerías con aquel paso firme, rápido e 
impetuoso que le era peculiar, y entró en 
la habitación que precedía ala alcoba de 
la reina. 
—i¡J uana y: Blanca! —exclamó al ver 
XXXVI 
Montmartre y que se extendía hacia el 
herido en una caceria, volvía descon- 
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LUIS HUTIN x 
a las dos hermanas de Margarita—. ¡Vive 
Dios!, la fiesta será completa. Preparaos y 
estad dispuestas dentro de una hora para 
montar vuestros palafrenes. Vamos a ca- 
zar jabalíes. Corro a avisar a la reina. 
—La reina no irá—dijo Juana. 
— ¡La reina está enferma! —agregó 
Blanca. 
Luis se detuvo, aterrado. 
—¿Enferma?—balbuceó. 
—Esta noche—dijo la princesa Jua- 
na-—-su Majestad tomó frío por quedarse 
rezando en su oratorio más tiempo que 
de costumbre, y está en la cama, con una 
fiebre maligna. 
—Ahora mismo iba yo a avisar a vues- 
tra Majestad —añadió la princesa Blanca. 
En el primer momento el rey hizo el 
gesto de un niño que va a echarse a llo- 
rar. Luego sus labios murmuraron sor- 
dos juramentos; después, estos juramen- 
tos estallaron violentamente, y, por úl- 
timo, exclamó: 
—¡Vive Dios! ¡Por vida del demonio! 
¿Decís que una fiebre maligna?. 
-—Señor, la reina acaba de quedarse 
dormida..... 
—Vais a despertarla y a destruir el 
efecto de la poción que le hemos admi- 
nistrado. 
   
  
   
   
    
    
   
   
   
    
   
   
   
   
    
    
    
     
    
   
  
   
   
    
    
    
  
 
	        
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