Mi padre, prueba desde luego que ha habido un hom-
enseguida cortan la comunicacion con el pozo Yarow.
Empieza la explotacion : un esperimento, que debia
encuentra el filon, volvemos atrás; se produce un
gran movimiento en el aire; se rompe la lámpara;
da OBRAS: DE JULIO VKRNE
—¡Que el diablo me lleve! replicó Jack Ryan, s ;
tu melancolía no concluye por contagiarme. Mis ojos |
se nublan, mis labios se cierran, la risa no puede |
salir de mi garganta; mis canciones me se olvidan!
¿Qué tienes
—Ya lo sabes, Jack.
-—¡Siempre esa idea!...,
—¡Siempre!
—¡Ah! ¡Pobre Harry! respondió Jack alzando los
hombros, si achacaras como yo, todo eso á los duen-
des de la mina, estarias mas tranquilo.
—Tú sabes que los duendes no existen mas que en
tu imaginacion ; y que desde que empezó el trabajo
E a vuelto á aparecer uno solo en la Nueva Aber-
oyle.
—Sea así, Harry, pero si los brujos no se dejan
ver; me parece que tampoco se ven esos séres á
quienes tú atribuyes esas cosas extraordinarias.
—Los encontraré, Jack, ,
—¡Ah! Harry. Los espíritus de la Nueva Aberfoyle
se dejan sorprender fácilmente,
—Yo encontraré á tus espíritus, repuso Harry con
tono de la mas profunda convíiccion,
—De mode que pretendes castigar...
—Castigar y premiar, Jack. Porque si ha habido
una mano que nos ha aprisioónado en aquella galería;
ha habido otra que nos ha socorrido. No. ¡Yo no
puedo olvidarlo!
—¿Estás seguro de que esas dos manos no perte-
necen al mismo cuerpo?
—¿Por qué Jack? ¿Por qué piensas eso?
—¡Demonio! ¿Sabes tú, Harry?... Esos séres que
viven en los abismos... no son como nosotros,
—Son como nosotros, Jack.
—¡No, Harry, no! Por otra parte ¿no puede supo-
nerse que algun loco ha entrado?...
—¡Un loco! respondió Harry, ¡un loco que hubie-
se tenido tal série de ideas! ¡Un loco que desde el
dia que rompió las escalas del pozo Yarow no ha ce-
sado de hacernos mal!
—Pero ya uo lo hace. En tres años no ha habido
ningun acto de maldad contra tí, ni contra los tuyos.
—No importa Jack, respondió Harry. Tengo el pre-
sentimiento de que ese sér maléfico quien quiera que
sea, no ha renunciado á sus proyectos, No puedo de-
cirte en qué me fundo al hablarte así; pero lo creo,
y por eso"quiero saber la causa de todo aún en inte-
rés de la nueva explotacion.
—¿En interés de la nueva explotacion? preguntó
Jack Ryan asombrado.
. —Si, Jack, contestó Harry. Yo no sé si me equivo-
caré; pero veo en todo esto un interés contrario al
nuestro. He pensado muchas veces en ello , y creo
no engañarme. Recuerdo la série de acontecimientos
inesplicables que se encadenan lógicamente unos á
otros. Aquella carta anónima, contradictoria dela de
bre que ha tenido conocimiento en nuestros proyec-
tos y que ha tratado de impedirlos, El señor Starr
viene á visitar la mina Dochart, y apenas entro con
él es arrojada contra nosotros una enorme piedra, y
descubrir la existencia de un nuevo depósito, es he-
cho imposible por haber tapiado las grietas del es-
quisto. Sin embargo, se demuestra su existencia: se
quedamos sumergidos en la oscuridad; á pesar de es-
to llegamos á la sombría galería... y no encontramos.
nozco, de impedir el aéceso a ellas.-¿Si, estaba Un
presentimiento me dice que aun está aquí, y ¿quién
sabe si noprepara de nuevo algun golpe inesperado?
Te aseguro que aunque arriesgue mi vida he de des-
cubrirle,
Harry habia hablado con una conviccion que im-
presionó á su compañero.
Jack Ryan conocia que Harry tenia razon, por lo
menos en cuanto á lo pasado. Y porque estos hechos
tuviesen una causa mas Ó menos natural no eran
menos indudables.
Sin embargo, el jóven no renunciaba 4:sa manera
de esplicar los sucesos. Pero domprendiendo que
Harry no admitiria nunca la intervencion de un gé-
nio misterioso, se limitó á hablar del incidente que
parecia inconciliable con la malevolencia de que era
víctima la familia de Simon Ford.
—Me veo obligado, dijo, pues, á darte la 'razon en
algunas cosas; pero ¿me negarás que alguna hada
benéfica, llevándoos el pan y el agua, ha podido sal-
varos de?...
—Jack, respondió Harry interrumpiéndole, el sér
benéfico de quien tú quieres hacer un sér sobrena-
tural, existo tan realmente como el sér malévolo, y
po he de buscar á ambos en las profundidades de
a mina.
—(¿Pero tienes algun indicio que pueda guiar tus
pasos? preguntó Jack Ryan.
—Quizás, respondió Harry. Escúchame mien. Al
, occidente de la mina, á distancia de 3 millas, bajo
las rocas que sostienen el lago Lomond, hay un pozo
natural, gue se abre perpendicularmente. Hace ocho
dias he querido sondear su profundidad. Pero mien-
tras bajaba la sonda, y yo estaba inclinado hácia su
boca, me pareció que el aire se agitabá en el inte-
rior, como si se moviesen las alas de un gran pá-
jaro.
—Alguna ave, perdida en las galerías interiores
, de la mina, dijo Jack Ryan.
la salida; el agujero habia sido tapiado, y quedamos
encerrados. ¿No ves en todo esto un pensamiento '
—No es eso todo, Jack, añadió Harry. Esta maña-
na he vuelto al pozo; y escuchando con cuidado 'he
creido oir como una especie de gemido...
—¡Un gemido! exclamó Ryan. Te has engañado,
Harry. Seria un soplo de viento... á menos que un
duende... Ñ
—Mañana , añadió Harry, sabré 4 qué atenerme.
—¿Mañana? preguntó Jack Ryan mirando:á su
amigo. gr
—Sí; mañana bajaré á ese abismo,
—¡Harry, eso es tentar á Dios! ;
—No, Jack. Yo imploraré su auxilio para bajar,
—Mañana iremos los dosal pozo con algunos otros
amigos. Atado á una cuerda larga me podeis bajar,
subiéndome á una señal corvenida.—¿Puedo contar
contigo, Jack?
Harry, contestó Jack meneando la cabeza, yo haré
lo que tú quieras. Sin embargo, te repito, que ha=
ces mal.
—Mas vale hacer algo mal que tener remordi-
mientos por no haber hecho. nada, dijo Harry con
tono decidido. ¡Mañana , pues, á las seis, y silencio!
Adios Jack. :
Y para no continuar una conversación en la cual
Jack Ryan habria tratado de combatir su proyecto,
Harry se separó bruscamente de su amigo, y entró
en la choza. '
Es preciso convenir, sin embargo, en que las
aprensiones de Jack Ryan no eran exageradas. Si
habia un enemigo personal que amenazaba á Harry,
si este enemigo estaba en el fondo del pozo ; adonde
le iba á buscar el jóven, indudablemente se exponia
á un enc ¿Y no habia verosimilitud en creer-
criminal Sí. Un sér invisible, pero no sobrenatural: lo así
como tú te empeñas en creer, estaba oculto en la |
—Por lo demás, se decia Jack Ryan; ¿pará qué
mina y trataba por un gran interés, que yo no co- ' darse tan malos ratos para explicarme una série. de