Ó LA VIRGEN CUBANA 13
—Haz lo que te digo.
Y Carlos salió precipitadamente.
En la puerta, había un coche esperando.
En la carta le decía Emilia que necesitaba verle con
urgencia, y como sabía que debía embarcarse á las once,
le enviaba un carruaje para que fuése más pronto.
El capitán entró en el coche y dijo al cochero:
—¿Sabes dónde has de llevarme?
—-SÍ señor. |
—Pues deprisa.
El carruaje se puso en movimiento.
Más de media hora había transcurrido y el coche
«seguía cruzando calles del Ensanche, sin llegar á la de
Provenza, donde decía la, carta que le esperaba Mari Emilia
en casa de una amiga. |
Carlos estaba impaciente. Increpaba al cochero, pero
éste se excusaba, con que no sabía hacia qué parte caía el
número de la casa, donde debía ir. )
Por fin llegaron.
El capitán subió precipitadamente la escalera.
Llamó á la puerta de la habitación, preguntó por Mari
Emilia, abrieron y entró en un aposento modestamente
amueblado.
Un momento hacía que estaba allí, cuando se alzó el:
portier, y una mujer, con el semblante encendido por la,
pasión y la alegría del triunfo, apareció en la puerta.