Full text: El calvario de la vida

  
EL CALVARIO: DE LA VIDA pS A 
contemplando á mi hija?» ¿Ves ese ángel? Pues bien, mul- 
titud de veces he llorado silenciosamente al recibir de su 
linda manita la moneda que constituye la limosna, pen- 
sando que la hija que me robaron aquella fatal noche en 
la miserable buhardilla de la calle del Olivar, era rubia 
- como ella y que... Vamos, yO no sabré, pobre Roque, ex- 
'plicarte lo que siento; pero cree que sería para mí una. 
gran ventura, estarme algunas horas besando el rostro de 
esa niña. 
—¡Lo comprendo!... ¿No le había hecho usted un en- 
cargo? | 7 
- —Si; hoy me dará la respuesta la institutriz que siem- 
pre la acompaña. : 
—Quiera Dios que hayan atendido su ruego, pues de 
ese modo mejorara su estado... Vaya, señorita Adelina, 
hasta luego... ¡Esperanza y resignación! 
—¡Adiós, amigo mio! j 
Se fué el trapero, y Adelina quedóse esperando que le 
tocase el turno... Este le llegó pronto, pues el ángel de los 
- pobres, si bien había tardado en salir, en cambio daba con 
prontitud las limosnas, para despejar la acera cuanto 
antes. | 
Adelina llegó al pie del balconcito, tan sumamente 
- bajo, que los pobres llegaban con la mano á la baranda. 
  
—Buenos días, señorita Flora, —murmuró con acongo- 
Tomo 1 
O 
 
	        
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