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LIBRO PRIMERO
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LA TRANSFUSIÓN DE LA SANGRE
CAPITULO PRIMERO
A orillas del Turia
a ciudad del Cid, la hermosa Valencia, cuna
de trovadores, jardín de la belleza y edén flo-
rido con ceñidor de espumas, reposaba tran-
alla bajo un cielo tachonado de estrellas y
oreada por frescas brisas que arrastraban
consigo los mil perfumes de sus eternas flores.
La primavera, en las postrimerías de su reinado, lucha-
ba con el otoño, que como admirado ante tan encantadora
diosa, no se atrevía á desnudar por completo de hojas las
ramas de los árboles, ni de flores los jardines. |
El Miguelete, cual gigantesco vigía, alzábase con la
altivez del invencible, yendo á hundir su veleta en el man-
to de sombras de la noche.
De hora en hora, la gran campana del reloj de dicha
torre, interrumpía el religioso silencio con sus sonoras y