parto añ
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SS 3 comida. fra BECAS, ¡ayt; E re tugto,
Bn Casa dos Hórgs, A pesar de sus. súpli-
Cs y de sus amenazas, aquel tabernero '
mo había, querido concederles hospitali-
dad por más tiempo. ni albergarles Aupa.
mo Melhaya l—dijo—. Sólo con que sos-
asen que estabais aquí, bastaba para
Que me ahorcasen en cuanto amaneciese.. -
«Pero. piensa-— insistió Handryot—que,.
al fin y ai cabo, tendrás que dejar este
mundo. ¿Qué más te da morir en la cama
o en la horca?
«Y además—añadió Guillermo Borras-
€a—, sería un honor. para tí, para tu mu-
jer y para toda fu descendencia que te.
orcasen entre un. rey y. un emperador..
il tabernerb convino lealmente en la
excelencia de estog razonamientos, pero
con una obstinación que. Riquet calificó
de vituperable y Guillermo de inexplica-
ble, persistió en nó querer morir sino en
'su cama, y hasta añadió:
y —¡Y lo más tarde posible!
Al vir lo cual, los d0s amivo3 se enco-
- gieron de hombros, con aire de compa-
sión.
Sin embargo, y a pesar de la eontra-
Fiedad producida en ellos por la casi ter-
tidumbre de pasar la nocue a la intem-
- perie, hicieron debidamente log honores
3 los diversós vino3' que les
da ¡secreta esperanza de desembarazárse
“vientos, de
ar más:
sirvió el
huésped, sin «éxigirles remuneración, ton
de ellos lo nrás pronto posible, pero con
la intención,” proclamada a los cuatro
prestarles gratuitamente el
proster servicio. *-
Cuando hubieron bebido Ss no po-
cuando los echaron de la taber-
ba, “Dorraca * y Handryot se hallaron en
la “calle, precisámente en el imomento en'
qué acababa de sonar el toque de gueda.
Durante algún tiempo caminaron en si-
¿ Telcio La a Sbscutas callejuelas.
Ds
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A e:
A: -
Folletín de En
| - Aquella noche: Salían. de una taberna,
-—€uyo dueño les conocía bastante íntima-
mente, y había consentido en tenerles en.
premisas?
tos—rectificó, con tristeza,. Rigu e
que los ida: tienen les Y
LIBERAL
Site Biquer Handryot-se. pe
pente, -.:
¡Qué no AS Guillermo |
dando un salto hacia atrás—. ¿.
al jefe de la ronda?
—¡No ¡—contestó Rigisi—. Acal
acordarme de una cosa importante:
que, si nó me engaño, hemos bebido
jarras de hipocrás, dog de hidromit»
gran jarro de cerveza y dos cántall”
vino, tino dei blanco y otro del tinto
—¡ Agradable mezcolanza!.
No lo niego. Pero si hemos Y
como unos zagues, como verdaderos *
tos de Baco, dignos de honrar a est l
no hemos comido nada, >
—¿Y qué? — ¿preguntó Guillerz
quien interesaba este prólogo,
—Pues que no sé si será el vino 4
el vino blanco, o la cerveza, pero el
es que siento el estómago tan vacio
si ayunase desde hace variog meses.
-—La verdad es que también yo.“
hambre. Pero, ¿qué deduces tú de
vd
—¡Por todos los santos! ¡ Deduzeo!
es necesario comer, compadre! ..,
—¡Oh! Eso se Mámia lógica—4
llermo—,. y ni el mismo Buridán, Y
un maestro en lógica, podría objetar
a esto, ñ
—¡ Que no esté él aquí añadió
de un instante el rey de la Basol
sabría llevarnos a los sitios en 4
come,
—i¡Y .en donde se, come bien
borá el emperador de Galilea—, As
das de la cena que por orden suy:
sirvierón en la For de Lis? +]
—¡Todavía me estoy relamiend
Vermo!
cordar estas cosas mi apetito se con!
en hambre devoradora, Riquet, es
Zzoso que nNOSOtYOs pe un emperad
rey, vayamos por las calles como
hambrientos. E
—Ni siquiera I0omo perrbg |