Full text: La torre de Nesle

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Patas ¿Qué puede importarme que el 
ulera o no quiera verla otra vez en 
dore? El rey no descubrirá jamás la 
i rería. Esa mujer no puede hacer- 
'e. traicón, puesto que por salvar a Mir- 
dla hey ocupado su lugar, El único que 
podría traicionarme es Marigny, ¡Y Ma- 
$ ny es el padre de Mirtila! 
: esta manera razonaba el conde de 
Valois. Y ll resultado de estos razona" 
mientos fué, como ya hemos dicho, que 
Beabó tranquilamente una noche que ame- 
   
   
   
y taba ser terrible para él. 
_ Por la mañana, la primera palabra que 
hi onimció fué para preguntar por Simón 
Malingre. Pero Simón Malingere no había 
aparecido por el Temple. El conde/de Va- 
pi bad esperó pacientemente dos horas, y al 
fin, incapaz de aguardar más, se dirigió 
sa su palacio. Tampoco había aportado por 
su digno servidor. 
"Decimos digno servidor, y no es ésta 
tna palabra vana. Simón Malingre, en 
efecto, se esforzaba en emplear, en servi- 
de su amo, toda la paciencia y la as- 
fucig que generosamente le había otorga- 
do el cielo, En aquella ocasión, Simón Ma: 
líhgre estaba resuelto a no volver al pala- 
cío de Valois sin llevar consigo a Mirtila, 
cotó le mandara su amo. 
En cuanto se alejó el piquete que sé Hle- 
úlba'8 Mabel, Malingre volvió a entrar en 
lá Casa Encantada, y lo primero que pen- 
1Ó fué lo siguiente: 
«¡Lg niña está en la casa, eso es indu- 
dable! Pero, ¿en dónde? Mientras la bus- 
eo en log sótanos puede bajar del granero, 
des empiezo por el granero, puede subir 
  
   
   
   
  
los sótanos; tanto en un caso como en 
el otro, se me escapa. 
| Malingro Gomenzó, pues, por arreglar 
lA puerta que con tánto trabajo habían 
hecho saltar los arqueros de Valois; la 
136, corrió log cerrojos y amontonó de- 
de ela úna porción de muebles, como 
y e Que resistir un sitio o hubiese 
V" preso en la casa. 
. ntonces se frotó las munos. Estaba 
Ebo, sí, pero Mirtila lo estaba también. 
pe AÑOTa voy a buúscarla—se dijo—. No 
  
   
    
  
  
  
   
  
  
puede saltar por las ventanas, poa bh 
zán provistas de rejas, ni salir po 
puerta, puesto que para abrirla con 
dos horas. De modo que la tengo seso 
Simón Mealingre empezó a registt ra , PA 
cientemente los sótanos, exami nó ts 
redes, golpeó el suelo, y al fin. col ne ¿id 
de que allí no había n5 escontl 
comenzó lz misma opere 
bajo. Como estas mismas yÍ 
dieran ningún res hitado: Simón Male 
cansado ya, resolvió esperar a que 
de día, y acostándose delante de la 
de entrada, la cual había ncad 
Tectamente, se durmió como 300 
liebres y los tigres, Jas 
log otrog para estar * siempre dis pues 
saltar sobre gu presá; es decir, qUe 
mió con los ojos abiertos. 
Por la mañana reanudó 
examinó el piso 50 tan 
como había examinado los 
so bajo. A eso de las dóce ent 
laboratorio y comenzaba a pregun 
Mirtila estaría realoiente en la casa sid0 
—$Si no está—reflexionó—, mi qUe 
amo el conde de Valois, a quien L* y0 ; 
do que encontraría aquí a la niña, * 
rá ahorcar. En vano invocaré mis * 
cios pasados. y, sobre todo, mis servi 7 
futuros: yo conozco a mi amo. ¡2 ais 
momento de cólera me hará ahorcan ye 
perjuicio de llorarme más tarde, el e do 
cil! Sí; pero yo, si no encuentro al 
pajarillo al que debo enjaular, empor 
por estran gular“a GillonK ne, Y en sega 
pondré pies en polvorosa... Toma, po 
¿Qué ruido es ese? c4c0' 
Auel ruido ¿alía de uno de los P ¡Ja 
nes del labortorio. Fira como si alguien 
me2se dando unog golpecitos que sora 
tímidamente detrás de los estantes 
   
   
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uñas pl 
p' 
sug pe ogquis ... 
cu 1d: adogam 
sótanos Y * y 
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soportaban los frascos y las redol dd 1 
Mabel. Una sonrisa contrajo el rostrO 
pado de: Malingre, que se quedó ió 
alargando el cuello haci el sitio de 
salía el ruido, abriendo los ojos de PH 
par. Pronto volvió y oirse el rumols 
linere, apoyando un de dd en la pun 
su nariz, acentuó su sonrisa y pajó Y 
  
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