LA MÁSCARA ROJA 9 
—Ved lo que aquí me dicen. 
Y Ricardo, leyó la posdata que llevaba la carta y que decía así: 
“En este momento he sabido que entre los guerrilleros que han 
Muerto en la desdichada batalla que últimamente habeis librado, está un 
tal Ferrer, cuyo padre acusado de ser un enemigo de los franceses como 
Su hijo, siendo su acusador un miserable espía, un afrancesado llamado 
0que Aznarez, he podido conseguir salvarle y le tengo en una casa de 
Confianza donde se encuentra completamente seguro. 
»Si' tenéis ocasión de ver á su pobre madre que habita en una aldea 
Cerca de la frontera de Teruel y á quien ese bribón de Aznarez, tal vez 
le haga creer lo contrario por la costumbre que tiene de comater toda 
clase de bribonadas para conseguir las mujeres que le agradan, que no 
le haga caso, porque su marido está seguro y bueno.» 
00! 
EL AFRANCESADO AZNAREZ 
La alegría que experimentó la pobre Concha fué extraordinaria. 
Había perdido un hijo, pero conservaba su marido y según la calidad 
de la persona que escribia á Ricardo, debía estar bien protegido. 
Concha hacía ya mucho tiempo que no era feliz. 
Casada muy joven con su esposo, á quien quería mucho, su unión la 
bendijo Dios, concediéndoles un hijo en el cual sus padres tenían funda- 
AS todas sus esperanzas. 
Pasaron algunos años sin tener más familia, hasta que, cuando ya 
Contaba Sebastián Ferrer que así se llamaba el joven, catorce años, Con- 
Cha tuvo otros dos hijos. 
En estas circunstancias ¿presentóse en casa de aquella familia, un 
Mtiguo amigo del marido, llamado Roque Aznarez, hombre vicioso, 
Mujeriego y dispuesto siempre para todo lo malo con tal de sacar dinero 
Para satisfacer sus pasiones. 
Ferrer, el esposo de Concha, siempre le había esquivado, pero se 
Presentó en la aldea, con el cargo de recaudador de impuestos y no tuvo 
Más remedio que recibirle. , 
El miserable, empezó á requerir de amores á Concha que le rechazó