LA MÁSCARA ROJA
—De poco le valdrá:su protección cuando se encuentre conmigo.
Mala noche habréis de pasar pero la pasaréis en compañía de otra com=
Patriota víctima también de uno de esos infames españoles que para
Meéngua nuestra se han hecho afrancesados y son peores que los mismos
franceses. Las dos entraréis en Zaragoza mañana ó pereceré yo en la
pelea.
—Pereceremos todos, porque yo quiero luchará vuestro lado para.
vengar á mi padre.
LOBO CON PIEL DE OVEJA
Don Gonzalo Ramiro era uno de los propietarios más ricos de Zara-
80Za y uno delos hombres más amigo y protector de los pobres.
Entre estos se encontraba don Antonio Redondo á quien reveses de:
fortuna habían conducido á la miseria.
. —No te desesperes, —le dijo al saberlo don Gonzalo.- Yo te ayudaré
SIempre para que puedas dar de comer á tu mujer y educación á tu hijo
Y Cuando éste se encuentre en edad de ello, procuraremos hacer algo
Por él,
Dor Gonzalo tenía una hija á quien quería extraordinariamente y por
ella, al quedarse viudo y joven no quiso volverse á casar para no dar
Madrastra á su María.
La palabra que había dado á su amigo Redondo, la cumplió en todas
Sus partes.
Con un breve intervalo fallecieron los padres de Carlos Redondo y
éste que ya contaba á la sazón veinte años, por influencias de Ramiro,
Sntró en las oficinas de Hacienda con un buen sueldo.
Iba 4 comer todos los días de fiesta á casa de su protector y Maria se
había acostumbrado á tratarle como un hermano.
Pero el miserable, no como hermano la quería.
Bajo un aspecto de virtud, de honradez y de lealtad, ocultaba Carlos.
lodos los vicios sin excluir ninguno.
Era jugador y eran muy pocos los que lo sabían. Era ambicioso y li-
bertino, y para todos pasaba por un joven desinteresado y juicioso; es.