LA MÁSCARA ROJA
»Los franceses no tienen más remedio que entrar en ella.
»¡Durarán mucho? ¿Podrán permanecer mucho tiempo aquí?
»Eso lo habéis de decidir los que estéis fuera peleando contra el ene-
migo.
»Una vez que recibas ésta, reune á toda la gente que te queda de tu
Partida y, subdividida en pequeños grupos, que cada uno procure salir
de Zaragoza por una parte.
»Dales como punto de'reunión, Hijar, en la provincia de Teruel.
»En Hijar hay mucho que hacer.
»Existe un verdadero patriota, á quien tú ya conoces. Don Gregor:o
Alvarez.
»Tienñe un buen número de hombres que piensan como él.
»Pero, en cambio, hay un don Manuel de la Loma que es afrancesado
de los peores, porque es muy rico y sabe engañar á la gente.
»En aquella parte está la división de Chabran, que está cometiendo
toda clase de tropelias.
»'ú, con tu gente y los datos que te doy, ya comprenderás lo que has
de hacer.
»Sal lo más pronto que puedas de aquí, para que no quedes inutilizado,
Si te encontrasen aquí los enemigos. Yo cuidaré de los heridos ¿de tu
—Suerrilla.
La Máscara Roja.»
LO QUE PUEDE SABERSE POR CASUALIDAD
No era capaz Ricardo Navarro de desobedecer á la misteriosa dama
que hasta entonces le había protegido, y en aquellas circunstancias mu-
cho menos, porque, como ya le hemos oído hablando con Lorenzo Mar-
tin, lo que más le dolía y lo que más le indignaba era que se le conside—
Tara como rendido á los franceses.
- —En todo, en todo está mi Máscara, —exclamó el guerrillero levan-
lándose de la cureña.—Y pensar que no he de saber quién es, porque
después de tantas diligéncias como he hecho para saberlo, de seguir las
Pérsonas que me ha enviado con avisos, de preguntar, de seguir pistas
que las juzgaba infalibles, nada absolutamente he podido alcanzar. Pa-