LA MASCARA ROJA
Ver que no os permite dudar de nada, y sin embargo yo tengo el presen-
miento de que se aproximan días de amarga prueba para la Francia...
—¿Cómo?—interrumpió vivamente Dubreton.
—Digo, que no conoceis á los españoles, y os prevengo que no estais
Séguro en vuestro gobierno de Burgos, lord Wellington al frente de las
La aldeana lanzó un grito de terror.
t
e aliadas os atacará muy pronto y yo os aconsejo que antes que
Uceda, os refugiéis conmigo en una espaciosa cabaña que poseo en
a anios de Lerma y vuestra vida que es la mía, no correrá allí
1 peligro.
9 Irguió con fiereza el jefe francés.
de > . . . .
Señora, —exclamó haciendo esfuerzos para dominarse —Mi vida os