Full text: El suplicio de un niño (41)

LA MÁSCARA ROJA 11 
ja llevaba una taza de aromáticas hierbas, que fué el cordial que resucitó 
á la inocente victima del furor de los invasores. 
¡Despertaba de un sueño que había sido terrible! 
Dió un salto salvaje, quedándose como narcotizada á la voz de su 
noble protector. 
Le miró y sonrió cariñosamente. 
—Duerme,—le ordenó Alvaro. 
La niña entor nó sus preciosos párpados; el corazón del marino reco- 
gió este dramático murmullo. 3 , 
—¡Ay madre mía, padre de mi alma, ya no os volveré á ver más!..., 
¡Yo estoy salvada! ... ¿pero para que quiero vivir sin vosotros? 
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