Full text: Tomo segundo (002)

1202 LOS ÁNGELES DEL ARROYO 
— ¿Qué es lo que ha ocurrido con tu padre y la madre 
de esa joven? 
— Una cosa muy común en otra clase de hombres; 
pero no en uno como mi padre, que ha pasado siempre 
¡por un modelo de hombres morales y juiciosos. 
—Bien, dímelo todo. 
-—¿No lo has oído? 
—Sí; pero quiero que me lo refieras circunstanciada- 
mente. ¿Cómo fué conocerla? 
—Creo que en la calle. 
—¿Has hablado algo de una portera?... 
—Sí, papá debió interesar a la de la casa de Anatalia, 
como todas, codiciosa, y obtuvo de ella que le sirviese de 
tercera para conquistar a la madre de Virtudes. 
— ¿Y ella... qué? 
—Rechazó todas las proposiciones que la hizo la Bzí- 
gida, la portera; entre ellas la celebración de una entre- 
vista en la habitación de la portera. 
—¿De modo que tienes tú la seguridad de que no se 
han visto.en ninguna parte? 
— Absoluta. Anatalia no tenía necesidad de decirnos 
a Virtudes y a mí lo que había ocurrido con pa á si hu- 
biese tenido algún interés en ocultarlo, como lo tiene, 
porque ella desea no desmerecer a mis ojos, y que supo- 
niendo yo que son otra clase de gentes, no llevase otro 
designio que el de burlarme de su hija, como de ella se 
burló el novio que la sedij> y es el padre de Virtudes. 
—Pero, hij»... ¿por qué has ido a buscar en esa hu- 
milde clase la m. j»" que tal vez con el tiempo tuvieras qué 
'hacer tu esposa después de hacerla perder muchos años?
	        
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