LOS ANGELES DEL ARROYO
a odian De a y dl Ds E L-1BA A
la por ciento de desgracias por choque de trenes y torpe-
2aS de los jefes de estación.
Fernando temía que llegase un tren de improviso, bien
de un lado o de otro, sin saber sobre qué vía.
p Desde donde estaba sosteniendo a Irene desmayada,
cad Podía ver el Apeadero, y no podría ver, si'llegaba al=
Sún tren, qué vía de las dos tomaba.
Enloquecido con aquella idea, que tanto pánico le in-
día, depositó a Irene en el suelo entre las dos vías fé-
'Téas, y mirando a un lado y otro de la curva casi semi-
Circular, y seguro de que no llegaba en aquel momento
"ingún tren, Fernando, que era alto y robusto, inclinóse
Y levantó entre sus brazos a la hermosa prima, a pesar de
Ser una mujer de cuerpo entero, como dicen por aquellas
“tas de la hipérbole y de la exageración proverbial en
Spaña,
..s
peon la cabeza echada atrás y suelto el cabello por ha-
SN las peinetas de concha y oro que sostenían el
“AO Irene estaba bastante hermosa para arrebatar al
* Más templado de pasiones, :
ME lla pe, PEO pálido, destacábase de la oscuridad de aqué-
e 1€ Serena,
¡ a marchó, con su preciosa carga hasta salir
€ la curva, hacia el lado que había visto - seguir el
' Que sabía debería detenerse en el próximo Apeadero. |