Full text: Tomo segundo (002)

LOS ANGELES DEL ARROYO 45 
tú, sino verdaderos bribones, que han encontrado en cár- 
celes y presidios el castigo de sus fechorías. 
Yo no les culpo, porque no'creo en eso de los buenos 
y los malos instintos. 
—Todo es cuestión de educación, y sabe Dios lo que 
hubiera sido de todos nosotros si, cuando hombres, hu- 
biéramos seguido en el medio ambiente en que vivíamos 
cuando éramos niños. 
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—Vosotros habéis tenido suerte —repuso Nemesio—; 
mientras que otros... 
IN —Es indudable que la suerte nos ha ayudado; pero 
también hemos puesto de nuestra parte lo que hemos po- 
dido para ayudar a la suerte. 
Menos Enrique Camposagrado, «el Punta», que se 
encontró con la fortuna hecha al hallar a su madre, de 
quien le había separado un pariente infame, los denás 
hemos tenido que trabajar y ser buenos para llegar a ser. 
lo que es cada uno. 
Clara, una duquesa rica; Marieta, una artista eminente, 
y yo, un pobre cómico; pero aceptable y aplaudido. 
Tú... eres lo que siempre: un golfo vestido de limpio, 
que mientras haya amigas consecuentes como Clara, es- 
tarás bien... 
—¿Y tengo yo la culpa de que nadie me haya protegi- 
do?—contestó con intemperante acento Nemesio, d 
- —¡Que no! ¿Pues cómo ¡lamas a lo que Clara ha he- 
cho por ti, señor mío? 
—5í, bueno, ella sí, me ha dado la mano para que
	        
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