Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 981 
las pusieran los que lo reciben creerían que no cumplían 
con un deber de burguesía, la señora entregó tela corta- 
da que la niña colocó en la caja de cartón. 
Luego la señora sacó unas monedas de un cajón, se 
las entregó a la niña y ésta salió de la tienda casi rozando 
Conmigo, porque era un momento en que yo pasaba por 
delante de la puerta, 
Volvió a mirarme como lo había hecho tres o cuatro 
Veces mientras la camisera examinaba su labor, y me pa- 
teció que sonreía. 
Atravesó la Puerta del Sol hacia la Carrera de San Je- * 
tónimo, que subió parándose en todos los escaparates de 
novedades y especialmente en las joyerías. 
Cuando se paraba, yo me acercaba. Ella me veía en 
el cristal y emprendía de nuevo la marcha, una marcha va- 
Cillante de muchacha distraída, muy distinta de la que lle- 
Vaba cuando iba a entregar su trabajo. 
Y se comprende: entonces iba cumpliendo una obli- 
gación, y luego satisfecha, con el producto de su trabajo 
€n el bolsillo, se pertenecía y se marchaba empezando ¡a 
Vida con todas las impresiones que hacen tan agradable 
la juventud. 
Aunque parecía no oír ni ver, asu paso no oía más 
Que piropos más o menos cultos, 
Un chico grandullun pasó por su lado y se atrevió a 
tocarla. 
Yo le sacudí un palo con mi junco flexible y el granu- 
Ame tiró una piedra que no me alcanzó, y dió en un 
tobillo a una mujer.
	        
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