Full text: Tomo 1 (1)

  
  
  
  
892, LAS BUENAS MADRES 
    
  
marcado por las profundas arrugas que plegaban las 
comi 
suras de sus labios. 
  
Aquella joven, que podría tener de veinticuatro á 
veinticinco años, respondía al nombre de Sor Inés. 
Acaso en el mundo se llamó de otra manera. 
a Entonces era la hermana Inés. 
Su rostro era muy simpático y su voz pes y har- + 
-moniosa. 
00 Hiédba toca á la francesa, encuadraba el óvalo de 
su cara, fina y aristocrática, con cuyo color blanco mate 
  
casi se confundía. 
Tr 
Cuando observó la hermana que Genoveva abría lo | 
E ia 
se inclinó sobre ella, preguntando: 
—¿Sufre usted, hija mía? | | 
Genoveva, estupefacta al verse en aquella cama y €” | 
aquella gran sala, en la que veía otras ocupadas. po 
mujeres, no contestó al pronto. 
= obrada con admirados ojos cuanto la rodeaba. 
No había visto nunca un hospital. | 
Pero el aspecto de aquella estancia y la presencia | 
_de la hermana de la Caridad y de otras que circulaba? 
por el pasillo central que entre sí dejaban las dos filas | 
de lechos, la hicieron comprenderlo todo. ; 
     
	        
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