Full text: [Tomo] 1 (1)

      
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Y el pueblo entero comentó con admiración y encómio . 
que los tres Bermejos acudiesen a e a una Alfaro | 
'a su última morada. 
Morada pobre, sin una cruz, sin una lápida. 
Cuando se cubrió la fosa con la última paletada de tie= 
rra y todos se retiraron, una mujer fué a rata de 10= 
dillas ante la sepultura. 
Rezó duránte largo rato y 11eg0, poniéndose en pie, ex- 
clamó a media voz: 
-—Yo te juro que haré cuanto pueda por salvar a tu hijo. 
PY si es verdad lo que Sospecho, le ayudare a vengarse 
del mal que « os han hecho.” | 
ye - Aquella mujer era Fortunata, la cal lmniada, la que ja- 
- más podr: , quitarse de encima el baldón del adulterio. 
Caía la tarde. El camposanto empezaba a cubrirse de 
sombras y se alejó, enjugándose las lágrimas. 
¡Cuánto dolor de poco tiempo a aquella parte! ¿De qué 
“fuente misteriosa salía semejante manantial de infortunios?, 
¿Mera casualidad todo ello, o disposición de un genio 
maléfico que se ensañaba en ell 0S?... Pero, ¿ ¿por qué? ¿A qe 
causa podía obedecer? 
Tal vez su padre lo adivinase, tal vez él aro pone- 
trar el misterio... E 
Si: le escribiría una extensa carta refiriéndoselo todo. 
Volvió a casa del marqués. cl 
  
     
 
	        
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