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¡Oh! Yo ño o puedo acusar plblicamente a * ato
hijos. Hasta las mismas leyes me elevan: de la obliga:
E de ayudar a la a trat tándose be pa
8)
SS
p
2
agamios un co onvenio, Yo no pres sentaré mi
le usted y sus hijos se ' hall len lejos de aquí,
Hugar de la tragedia que se va a desarrollar.
eso, tengo ya mi resolución tomada, y no he
de volverme atrás. Pes dal
DS
—¿Puede sa aberse qué resolución es esa? >
—No, señor, y cine bos
La adivino. > 000 10000 y
—¿Qué adivina? E
. Cuando un hombre de tan ña hosiradez como usted
_ Puede hablar de estas cosas con la calma que lo hace; es
. POrque ya consi Eder avlas cosas «de este mundo con la indi tez
unos del. que está próximo a de sigarte de ellas. pere
' Aunque así tuese, ¿no le parece que es el único remedio .
que me queda?... Cuando a un hombre”le ocurren ciertas co-
€as en la vida, no debe s oguir vivien sb plena hay entfer-
medades que cre
hay eii nzas que no SO tener
eemedio, : E e o
"Usted a mismo y su esposa, ¿no han pensado nunca, al
ver tant
to infortunio, en quitarse la vida? be
10m Sil Una noche estuvimos a punto de hace Ho; pú
supimos que nue ostra hija vivia y por-ella decidimos seguir
Soportando las torturas de nuestra existencia... Usted se ha-
; en el mismo caso; tiene dos hijós y debe vivir para ellos...
asta
AS par a impedi ir es ue lleguen a SE aber quié en fué su madre.
cuando sean mayore |
AS tan dilo nd evil Harto
mePor qué? El miedo es múy grande. el tiempo borra el