EQ AebO| hiacer?
—Ya se lo indiqué a usted: Estudiar detenidamente t
dos los pleitos sostenidos allí por los EST:
pecialidad el referente a los ler a :
"Procure hacerse alli popular, y presente su candifla-
tura de diputado en las OrOxIAaS. ESE,
Tendré que derrotár a Mateo Bermejo. a
Pues le derrota usted, cueste lo qué cúeste, aunque 4Bn-
el que pagar los votos a mil eras.
+-Nada adelantariamos por ese proo
que triunfase me declararian sucia E
'; —¡Oh, no se inquiete por eso! Tendri disc
eso precisamente jes lo que yO QUIETO... eN sted
apaz de formular contra «un ministro la serie: des acusa-
ciones terribles que le preparo?
- Sí; mientras pueda probarlas luego. 2
¿Da usted su permiso?—preguntó un criado.
“¿Qué desea, Juan?
-«—Ha venido un chófer de taximétro que d asea hablar gof
los señores.
—Pregúntele qué Quiero, :
—Ya lo he hecho y dice que es un asunto reservad do... Pa”
rece que debe interesarle mucho, pues me ha encarga ado que
les suplique que le reciban. 7
Bueno; hágale pasar.
Andese con cuidado—dijo Fernando.
+ Siempre estoy prevenido, amigo mío. D
no se retire usted. Esto me huele a maniobras
migos. * .
Entró un chófer icon E gorra en la mano, t
tud del que teme-molestar.
* —¿Qué desea usted?-de preguntó César.
e todos modos,
de mis ent-
en esa aci-,
e l