SENDA DE : REDENCIÓN
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—Vamos, comprenda que.
—¿Qué he de comprender? Qué no Hay sagrado : ante el |
Cdinero?... ¿Que puede más una deuda de pocas pesetas que SE
la santidad de un hogar?... ¿Que ante -el vil metal no cuenta... A
- nada el techo de una madre, el recinto sagrado de: una mu-
-jer?... ¡Oh, menguada justicia humana! >,
—Basta, señora. Me. veo ob] igado a forzar Su. resistencia...
—Sólo a la fuerza cons que sE profane. mi i alcoba...
“¡Atrás, atrást dd E q
- Tuvieron qué sujeta y. ' sacarla de. la: Mea a viva A
fuerza, entre dos hombres. La escena” fué dolorosa y cruel. ,
- Había que ver la resistencia nerviosa que oponja una an
daa al vigor de dos hombres! jóvenes, fuertes,, acostum-
- brados, a escenas parecidas, por cuyos corazones resbala-
ban las protestas. de la anciana como un cie se > desliza
Ep la nieve. ,
- La señora María, aplanada. por el gap, se rindió a la d 0
evidencia,
Nada “podía hacer; la hablal vencido; tras « de Fuenillzóla:
- Destrozada, se fué a su sillita, dispuesta”. a no salir bio
da casa sino a la fuerza, y allí Pas el. eN de sus lá-
grimas. e
Mientras tanto, don' Gonzalo reía por dentro; gusanos 2
en el humano. dol orde una paa, anciana. desolada. y ven- 0
-Cida, O : ;
Este cuadro fue el que enconied; Chiribita..
El muchacho, a través de la puerta: abierta de. «par. en
da distinguió énfrente, junto al balcó ón, a la anciana. OSA
. Ella debía de ser, por: las señas que le diera la bellísima
rubia del taximetro, la v esc: a pens tenía Sa entregar Les
el dinero.
Se fijó en ea durante un segundo.