090. : - LUIS DE VAL
«poco antes de la diez de la noche. Todo está previsto
y nadie nos molestará. Podemos estar traquilos.
María, al escucharle, sintió que su miedo aumen-
taba. ¿Era posible que doña Milagros, su gerlerosa
—prdtectioija, estuviera de “acuerdo con tal individuo?
Parecía increíble; pero bien considerado el asunto, los
detalles parecían confirmar el Supuesto.
La ausencia de ella y de Aritonia: el hecho de que
el desaprensivo industrial poseyera una llave de la ca-
sa....todo indicaba que don Andrés Jiménez decía la
verdad al asegurar que era buen amigo de la que ella
tenía por protectora altruísta. :
La evidencia de que había caído en una trampa,
cuidadosamente calculada, se hizo fuerte en el confu-
so cerebro de la desamparada María.
Con rapidez extraordinaria se lo explicó todo: la
iniciativa aparentemente caritativa de la dueña del ho-
tel; el pretexto de los bordados para evitar suspicacias;
las sonrisas y los asombros de la asistenta y sus sig-
mificativas frases... Todo se aclaraba en aquel terri-
ble inStante de lucidez, amarga y dolorosa...
A ko
El señor Jiménez, cansado, sin duda, de la pasivi-
dad de María, se decidió a poner fin a una situación
tan embarazosa, que él, en su fuero interno, calificaba
de ridícula. Y exclamó impaciente:
—¡Ea! Supongo que habrá comprendido 'que ha