Full text: [Tomo] 3 (3)

¡MALDITAL | 38517 
a si era verdad(y el conde de las Cumbres no 
abrigaba dudas al respecto) resultaba definitivo. 
sed] La ión Olimpia ?—inquirió. | 
Miguel! ¡No quise aceptarla ! —respondió la 
dos con calor—. Comprendí, de pronto, que eso 
€s lo que un hombre de mundo acostumbra a hacer con 
SUS amantes pasajeras ; regalarles joyas a título de «in- 
demni zación» O... «pago de servicios» ¡Y yo no. quería 
ser -..una de tantas que él haya tenido! 
—j Y qué hizo él entonces? 
| ANA muchas veces... Yo ie mbnló. Alegó que que- : 
11 hs algo que pudiera servirme de recuerdo su- 
mr 
yo. ¡ Qué torpe fuí! Debí comprender inmediatamente lo 
que esa palabra significaba en tales momentos:-. «¡Re- 
cuerdo s su uUyo DD» 
Suspiró, con pena para añadir, inmediatamente : 
—|¡ Era bien claro ! Se entrega un recuerdo a quien va 
2 Separarse de nosotros -..quizá para siempre. Yo no lo 
entendí. Y le conteté, con toda mi alma, que no necesl- 
taba recuerdos su UYOS, teniéndole a él... ¡Qué ilusa y qué 
“ecia he sido, Miguel ! | 
¿ Y qué más sucedió ? 
—Que, aunque rechacé obstinadamente la diadema, 
Me obligó 
190 Y BCO Oger un 12 ]0 aya E elegí esta pulsera, que 
a 
me pareció suficiente como:- . recuerdo. 
Olimpia mostró el brazalete ; y su car, habi- 
M.—441. 
 
	        
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